Pollo con almendras o con guacamole?

En cualquier ciudad española y a menos de 500 m de cualquier hogar podemos encontrar un restaurante chino, abierto casi a diario y a todas horas. Solo en mi barrio dando un corto paseo puedes encontrar tres.
En estos últimos años, con esa visión para los negocios que tienen los chinos, sus clásicos restaurantes han ido reconvirtiendo su cocina hacia otros sabores que hasta ahora no eran tan populares. Así, muchos de estos restaurantes, han pasado de los leones dorados a imágenes de señoritas en kimono con arbolitos en flor de fondo. Del pollo al limón o los típicos rollitos, al al shu-mai al vapor y el sushi. Otros han ido mucho más allá y han terminado por adoptar otros platos vietnamitas y camboyanos. Todo, a un módico precio como suele ser habitual.
El pollo con almendras satura, esa salsa que meten a todos los platos, esas cantidades y la rapidez a la hora de servir los platos han hecho crecer la rumorología más variada. A todos nos han llegado historias sobre cámaras frigoríficas donde tenían almacenados cadáveres de familiares, la ausencia de gatos en el barrio,etc.
El caso más curioso de reconversión lo encontré en Sta Coloma, donde la proporción de restaurantes chinos y bazares por habitante es elevadísima. Allí, muy cerca del centro existía un restaurante chino que quedaba un poco más alejado que el resto y al que iba poca gente. Después de algunos años abierto, el mismo local abrió de la noche a la mañana transformado en un restaurante mexicano. El mismo personal oriental servía las mesas y atendía en la cocina pero ataviados con un sombrero mariachi. Los leones y esa combinación roja y dorada de las paredes fueron substituídas por botellas de tequila, lagartos de plástic y una variada selección de las rancheras más populares y enormes cactus.
Imagino que para dar salida a los restos de su anterior etapa, en un rincón de la carta te ofrecían la posibilidad de pedir unos rollitos de primavera o un arroz tres delicias.
El resultado no obtuvo ningún éxito, seguramente porque en esa transformación habían ido mucho más allá que sus compatriotas cambiando incluso de continente.