Uy! vaya lío! los amigos de mis amigas, son mis amigos!

De vez en cuando y no sé exactamente por qué, recibo algunos sms en mi móvil de señoritas que dicen ser mis admiradoras secretas y estar solas en casa. Para ponerme en contacto de ellas y disfrutar de sus travesuras debo enviarles otro mensaje o bien llamar a un número de cifras muy raras.
Para empezar estas señoritas no deben estar muy bien informadas y si me conocen de algo, deberían saber que no me apetece en absoluto "jugar con sus conejitos" y tampoco me produce ningún morbo que estén casadas e insatisfechas.
Se trata de uno de esos chats que te hacen pagar los mensajes por letra y a un precio más alto que el petróleo. Muchos de vosotros habreis recibido alguno por el estilo y los habreis borrado inmediatamente. Algunas veces me he preguntado si algún incauto caerá en la estrategia de estas desalmadas señoritas. Pues bien, en mi empresa hay un técnico que se ha dejado atrapar por las largas uñas lacadas de estas señoritas. Después de varios mensajes y llamadas, su compañía telefónica le ha pasado la factura de su pequeño secreto y aunque enseguida fue consciente de que sus nuevas amigas no tenían cara ni ojos, ni corazón, pensó que por una calenturienta llamada más no iba a pasar nada. Es increíble la poca memoria que tenemos los seres humanos ante determinados vicios. El caso es que ha tenido que solicitar un adelanto para poder pagar las tardes de soledad de estas chicas, que seguramente ya están mucho más animadas con la paga extra que recibirán por sus buenos servicios.
El segundo error que ha cometido este pobre hombre fue confesar el motivo de sus apuros económicos a otro de sus compañeros, que también es super amigo de uno de los comerciales, el cual ha prometido no decir nada, exceptuando a una de las asministrativas con la que tiene un pequeño lío amoroso (del que además, nadie debe saber nada porque ella tiene novio). La administrativa suele tomar el primer café de la mañana con su madre, la señora de la limpieza y ésta, al llegar yo esta mañana a trabajar me ha contado toda la historia con infinidad de detalles, destacando al final que confiaba en mi discrección.
Horas más tarde, en mi departamento ya lo sabía todo el mundo ( no gracias a mi) y hemos pasado un rato muy agradable comentando la evidente necesidad de afecto de la víctima y la cantidad de estafas telefónicas que existen. Si no recuerdo mal, la cantidad deudora esta mañana ascendía a 800 euros y a última hora ya sobrepasaba los 1250.
Todo esto viene a confirmar que en cuestión de secretos e intimidades, siempre he creído que cada uno de tus mejores amigos, tiene a su vez, otro mejor amigo.