De siesta por la ruta del bakalao

Éramos un grupo de amigos que en las semanas centrales de Agosto podíamos llegar a 30 o 40 personas, adolescentes con muchas ganas de imitar a nuestros mayores en todo lo bueno y por supuesto, todo lo malo.
Nuestra estética era heavy-cañí, lo mismo podíamos ponernos a dar palmas escuchando a Los Calis que dar cabezazos al ritmo de canciones de Megadeth, Iron Maiden o Barón Rojo. En mi caso había que añadir la coletilla a lo Miguel Bosé y otros gustos musicales bastante más variados. Una mezcla casi imposible que se tranforma en un sentimiento de rídiculo enorme cada vez que veo alguna foto de aquellos años.
Al mismo tiempo, algunos años antes de que Chimo Bayo editara su Extasi-Extano y la ruta del Bakalao se hiciera famosa, nosotros ya coreábamos la canción gracias a sus sesiones de dj, que alguien solía traer grabadas en cassettes directamente de Arsenal, discoteca de éxito y pionera en esto de la ruta del bakalao (circuíto de salas donde imperaba la música electrónica)
Un dj valenciano podía recmezclar cualquier canción y así, un éxito de los años 50 por ejemplo, con una adecuada base de Front242 o un estribillo de Depche Mode podía terminar convertido en un himno mecánico, machacón y repetitivo.
A los 20 años algunos de los miembros de la pandilla habían pasado por diferentes centros de desintoxicación. El consumo de drogas era muy habitual, considerado casi como un rito de iniciación a no sé qué. En mi caso tan solo aprendí a liar algún mal porro, siempre he sido muy perezoso e impaciente, así que tardé muy poco en dejar de consumir marihuana. Pero muchos otros, desviaron su camino hacia las drogas químicas y hoy, 15 años después, siguen contando hormigas (expresión que nos servía para hablar de aquellos que se quedaron enganchados o con el cerebro intoxicado de por vida).
Hoy he querido recordar a todos los que compartieron mis formidables veranos en Valencia y prometerme una vez más, que tras cuatro años sin pisar el pueblo, este año volveré.