A mi los gatos negros me gustan, el tema de las escaleras me da un poco igual, que se me caiga la sal tampoco supone un drama. Yo soy de los que construyen sus propias supersticiones. Por ejemplo hay canciones que me traen mala suerte, como aquella pesadilla de un grupo llamado Opus, que cantaban Live is life o algo así. Un tormento de melodía que me daba un mal rollo impresionante.
Tampoco me pongo las colonias de Adolfo Domínguez o Don Algodón, en su momento se me rompieron dos frascos nada más salir de la tienda, en dos ocasiones distintas, podía haber pensado que soy un torpe, pero preferí interpretar los hechos como una señal.

Viajando hoy en el metro, parado en una estación he visto cómo un chico se detenía en el andén, señalando con el dedo las dos puertas entre las que estaba y decidiendo por cuál entrar, jugándoselo al pito pito gorgorito.
Los panallets son un dulce típico de Catalunya que se consume junto a las castañas y boniatos la noche del 31 de Octubre. Tuve un novio que decía que cada vez que comía panallets, el año siguiente tenía aseguradas un par o más de desgracias, no sé como llegó a asociar los dos temas pero es cierto que les tenía un profundo pánico. Un par de años más tarde, cuando dejamos la relación, le envié una caja de estos dulces con un gran lazo y una tarjeta de agradecimiento por las últimas semanas que me hizo pasar, gracias a eso, lo perdí de vista.
Todo esto hace que me sienta feliz con mis pocas manías. Las supersticiones pueden llegar a limitar y controlar tu vida, por eso, ya que tengo algunas, prefiero fabricarlas a mi medida, para aniquilarlas si conviene con la misma rapidez.