Pero si ese es....

Ya me estoy adaptando al nuevo barrio y entre mis idas y venidas y algún que otro paseo he descubierto varias cosas.
Una de ellas es que vivo en una zona plagada de prostíbulos, con nombres tan sugerentes como "Astur", "Caribean Girls", "Bcn girls". Todos con neones de palmeras, con colores fucsias, rosa chillón, verde estridente...en fin, una colección del mal gusto más espantoso.
Todas las señoritas que trabajan en estos sitios deben ir muy limpias y bien perfumadas, porque lo segundo que más abunda son las perfumerías.
Hace ya muchos años estuve en un puticlub con mi amiga Elena. Era un martes, en un barrio de lo más normal, las doce y pico de la noche, estábamos algo borrachos y queríamos seguir la fiesta. Encontramos uno de esos neones en rojo pasión y para allá que fuimos. Al entrar, el camarero muy amable, nos advirtió que más tarde comenzarían a llegar las señoritas alternantes y con ellas los clientes. Enseguida nos aclararon que allí no se practicaba la prostitución, nooo, para nada, pero sí que se permitía la entrada a determinadas mujeres que en otros locales serían rechazadas. Una manera muy fina de decirnos que allí cada uno hacía con su cuerpo lo que quería, eso sí, procurando que los clientes consumieran muchas copas. Allí nos quedamos, bailando Desátame, Pantera en libertad y canciones por el estilo de Mónica Naranjo (era eso o una selección de boleros tropicales). A eso de la una y media comenzaron a llegar los clientes, uno de ellos un famoso cantante de esos que gustan a abuelas y madres, del que no voy a decir su nombre, no vaya ser que me denuncie y me hipoteque el sueldo de 10 años. Para ese entonces mi amiga estaba en plena discusión sentimental telefónica con su novio y tuvimos que marcharnos del local.
Por la mañana yo tenía muchas ganas de contar la anécdota a quien fuera pensé en mi madre pero recordé su cara cuando le expliqué con pelos y señales, que había estado en una discoteca famosa de cuarentones y salidorras y me había encontrado con una tía mía en los reservados, en plena faena con un señor gordo que no era mi tío. En el fondo, que aquella buena mujer estuviera en ese antro se la traía al fresco, que estuviera con otro señor tampoco es que le importara, aunque me pidió ser discreto con el tema. Lo que más le alucinó, fue saber que su hijo GAY había entrado en un local de esa calaña y es más, que había visto en la penumbra de los RESERVADOS a su tía enlazada con otro señor. Solo pensar en la batalla de preguntas que me haría si le contaba lo del famoso, me produjo dolor de cabeza, así que me tragué el cotilleo y lo reservé para otros.
Recordando todo aquello me sorprendo de la de cosas que me he callado para no dar un síncope a más de uno/a, para evitar los interrogatorios o para no añadir más leña al fuego con determinados temas.

Nota: La foto no tiene mucho que ver con el texto, pero con esos colores brillantes me viene bien. Además sirve como pequeño homenaje a alguien que como yo, es capaz de meterse en los peores antros de la ciudad por tomarse el último cubata.