Cada lunes en el polígono industrial donde trabajo se realizan las pruebas prácticas del exámen de conducir. Los futuros aspirantes rondan nerviosos por la zona a la espera de que les llegue el turno, fuman (no todos tabaco) , hablan de experiencias pasadas, casos insólitos, trucos etc. Se respira una tensión contagiosa que me hace recordar los vuelcos que me daba el estómago cada vez que tenía que subirme al coche. Muchos de ellos terminarán su viaje con un suspenso o un aprobado, el resultado siempre llega al final, aunque uno, puede llegar a intuirlo por la cara de su examinador o la cantidad de anotaciones que realiza durante los eternos minutos que dura la prueba.

Yo me saqué el carnet a la tercera, que viendo como está el panorama actualmente no está nada mal.
Durante los meses de prácticas y cuando sólo llevaba cinco horas realizadas tuve un accidente del que no fui culpable en absoluto, pero que te condena a ojos de los demás haciendo que lo primero que piensen al verte sea: "A éste no le dejes el coche ni borracho".
En mi primer exámen un caminón de chorizos Revilla me ocultó un Stop y con los nervios no me fijé en la señalización del suelo, así que como mucho pensé que allí habría un ceda el paso.
En mi segunda prueba, a pesar de haber realizado una conducción perfecta fallé en el estacionamiento, precisamente lo que solía llevar mejor preparado.
Finalmente en mi tercera oportunidad aprobé y no sé ni cómo, bueno, creo que el hecho de que mi examinador se hubiera tomado un par de cervezas y un coñac antes de subir al coche, ayudó a que ciertos errores pasaran desapercibidos.
En contadas ocasiones he vuelto a conducir, no he tenido la necesidad de hacerlo y comprarme un coche siempre me ha parecido una inversión muy alta que prefiero dedicar a otras cosas.

En estas semanas mi carnet caduca y he pensado seriamente no renovarlo, si no lo he usado en estos diez años, quien me asegura que lo necesitaré en los próximos diez??.